Las aguas costeras ecuatorianas son constantemente visitados por varias especies de ballenas y delfines durante todo el año, pero es entre junio y octubre cuando nos visitan las ballenas Jorobadas (Megaptera novaengliae) que vienen para aparearse y parir a sus crías durante el invierno austral. El resto del año lo pasan viajando o alimentándose en las aguas cercanas al continente antártico. Anualmente realizan una de las migraciones más largas que se conozcan en nuestro planeta, varios miles de kilómetros.
El turismo de avistamiento de ballenas se ha convertido en una fuente de subsistencia para miles de familias ecuatorianas, que han encontrado en esta industria sostenible una alternativa a la pesca.
BALLENAS AMENAZADAS
La mayoría de especies de grandes ballenas fueron cazadas irresponsablemente en el siglo pasado por la industria ballenera, llevándolas al borde de la extinción. En el año 1986 entró en vigor una prohibición decretada por la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para la caza comercial de ballenas en todos los océanos del mundo. Esta medida permitió que algunas especies -como la Jorobada- se recuperen lentamente, pero otras -como la gran Ballena Azul- no han corrido la misma suerte, y a pesar de que no han sido cazadas desde 1966 sus números siguen siendo extremadamente bajos, no sabemos si algún dia podrán recuperarse.
Actualmente, la caza no es la única amenaza para las ballenas y otros mamíferos marinos. También están el calentamiento global que causa grandes cambios en sus habitats, los accidentes con embarcaciones cuyo tráfico se incrementa todos los días, los enganches en redes de pesca, la contaminación de los mares. Se calcula que más de 100.000 ballenas y delfines mueren al año por estas causas. Por esta razón, no podemos permitir que se las siga matando intencionalmente.
Increíblemente, el Ecuador no era miembro de la CBI, el único organismo capaz de proteger a las ballenas contra la caza en aguas internacionales. |